domingo, 29 de mayo de 2011

Carne

—¡Esta carne está deliciosa!, ¿quieres probar? —le dijo, ofreciéndole su pierna para que la mordiera.

lunes, 23 de mayo de 2011

Quiero trabajar...

- Quiero trabajar como ringmaster en un gran Circo de Pulgas…
- Quiero trabajar plantando corales en las nubes…
- Quiero trabajar pintando las alas de las mariposas…
- Quiero trabajar en un submarino dentro de un volcán…
- Quiero trabajar haciendo abanicos con alas de mosca…
- Quiero trabajar entrevistando a personas importantes en sus tumbas…
- Quiero trabajar como estilista de Medusa…
- Quiero trabajar haciendo Converse para duendes…
- Quiero trabajar como niñera del hijo del Yeti…
- Quiero trabajar haciendo sombreros para peces…
- Quiero trabajar recolectando pelos de ranas calvas…
- Quiero trabajar como conejillo de indias del Dr. Jekyll…
- Quiero trabajar como probadora de venenos de Flavia de Luce…
- Quiero trabajar como espantapájaros en un campo de maíz…
- Quiero trabajar como bailarina de ballet en una cajita de música…
- Quiero trabajar buscando ojos de repuesto para el Cíclope…
- Quiero trabajar como ayudante de Vincent Price…


Realmente quiero...

domingo, 22 de mayo de 2011

Rojo

Sentada frente al espejo se limpiaba la cara con un pañuelo. Quería deshacerse del color rojo de sus labios, pero también del de sus manos. La sangre le había manchado el vestido. Deseaba cambiarse y quemarlo, junto con todos los malos recuerdos que tenía de esa noche. Y de las anteriores.
Lloraba a ratos, regañándose a sí misma por no haberlo evitado. No debía sentir lástima por él, no tenía por qué. Lo único que hizo en su vida fue dañarla. Estuvo demasiados años a su lado. Soportó tanto que ahora que ya no estaba, a pesar de que la había torturado, empezaba a extrañarlo.
Lo veía con sólo cerrar los ojos. En su cabeza se repetía constantemente, escena por escena, lo que sucedió. El golpe, la caída, la sangre, el ansia, el corazón que paraba. Una y otra vez. Pero lo que más recordaba era el rojo que salía del cuello. El rojo que tanto había querido probar. El rojo que deseaba y que la llevó a matar.

Es realmente triste...

Es realmente triste —lo escuché decir—, que los únicos mensajes que tengo en mi contestadora, son los que me dejo a mí mismo.

viernes, 20 de mayo de 2011

I want to live in a planet where...

- I want to live in a planet where you can change the color of the sky every day…
- I want to live in a planet where trees have 100 dollar bills instead of leaves…
- I want to live in a planet where flowers grow on the clouds…
- I want to live in a planet where it rains from the ground up…
- I want to live in a planet where snow has different flavors…
- I want to live in a planet where, with just a clap, you can go from day to night…
- I want to live in a planet where birds live under water and fish fly…
- I want to live in a planet where people travel in gum bubbles…
- I want to live in a planet where you can keep a lightning in a jar…
- I want to live in a planet where you can lasso a tornado and ride it…
- I want to live in a planet where rainbows are made of Skittles…
- I want to live in a planet where there are cupcakes instead of clouds…
- I want to live in a planet where books read you stories every night…
- I want to live in a planet where cows are candy dispensers…
- I want to live in a planet where my best friend is a zombie…


I'm going to live there one day...

sábado, 14 de mayo de 2011

La muerte de Sybil

Los destellos lastimaban mis ojos. Tenía frío pero me sentía extrañamente cómoda. Flotaba. El cabello me rozaba la cara, pero por alguna razón no me molestaba.
¿Alguna vez has sentido que vuelas? Así me sentía. Esa sensación que tanto añoras cuando te sientes ahogada, cuando sientes que te hundes a pesar de luchar contra el abismo.
Es curioso, nunca pensé que esto pasaría. Esta mañana mientras tomaba el desayuno pensaba en mí, en mi familia, el trabajo, la vida. Mi cabeza estaba tan llena que parecía a punto de explotar. Pero ahora, ahora estaba vacía. Sólo era capaz de sentir, sentir sin pensar, sin racionalizar cada sensación, cada movimiento, cada reacción de mi helado cuerpo.
Deseaba tener algo con que taparme. Me hubiera gustado tener conmigo el edredón que me regaló la abuela.
Comencé a moverme con la esperanza de calentarme. Lo intenté una y otra vez pero no funcionó. Me sentí como cuando tienes de esos sueños en los que, por más que quieres correr rápido, hay algo que te detiene y te hace ir más lento.
Me pregunté qué hora sería. Como si el tiempo fuera importante, como si fuera a ir a algún lado. Me reí con ese pensamiento. Irme. No lo habría pensado de no encontrarme en esta situación.
Estaba encantada con él, con este lugar. Había deseado durante tanto tiempo venir aquí que... bueno, el lugar sigue siendo hermoso. Sobre todo éste. El azul intenso, los rojos y naranjas, las texturas, los sabores, tantas cosas.
Nunca imaginé que cambiaría, ni siquiera me pasó por la cabeza que era otra persona, pero como dicen por ahí, nunca terminas de conocer a alguien, o algo por el estilo.
Me mecía de un lado a otro con el cuerpo totalmente suelto. El frío ya no era tan intenso, incluso podría decir que era casi imperceptible. Me sentí bien por eso. Ahora sí podía relajarme y disfrutar de lo que me rodeaba.
Mis ojos habían tardado en acostumbrarse, pero ahora lo veía todo claro. Podía ver a todos esos seres viviendo tranquilamente. Cómo deseaba ser uno de ellos. Vivir para vivir, un día a la vez, hacer las cosas sólo por sobrevivir, no tanto por sobresalir.
Poco a poco el dolor en mi pecho se hizo más grande. Quizá no lo percibí antes por estar concentrada en no estar concentrada, en simplemente estar. Intenté luchar contra la sensación y por más que rogué que se fuera no lo hizo, al contrario, siguió creciendo y creciendo hasta volverse insoportable, y justo cuando pensé que no lo soportaría más, cesó, seguido por una calma que no podría describir aún cuando la volviera a experimentar. Fue extraordinario. Me solté, cual hoja al viento. Me sentí libre y olvidé todo. Lo bueno, lo malo, el hubiera, el no quisiera, todo.
Fue entonces que me di cuenta, cuando al fin comprendí que estaba muriendo. Me ahogaba, me hundía cada vez más y no hacía nada por evitarlo.
Nunca había pensado en la muerte, al menos no en la mía. Ni siquiera ahora que estaba tan cerca podía hacerme a la idea. Moría y no había nada que pudiera hacer al respecto.
Entonces la vi, su mano, esa mano que alguna vez me protegió, ahora me empujaba más y más hacia el abismo. No luché, no tenía la fuerza suficiente así que lo dejé, y me quedé ahí, flotando, con los brazos abiertos, admirando la belleza del mar.

viernes, 13 de mayo de 2011

Para dormir se cuentan cuentos...

El Coco salió corriendo de mi closet. Le tiene miedo a la obscuridad igual que yo. El Monstruo que vive bajo mi cama le prestó una cobija y una almohada para que pueda acostarse. Se cuentan cuentos para dormir. Escucharlos me tranquiliza. Es como cuando mi mamá me contaba el cuento de "Había una vez un gato, con los pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?". Le decía que sí cada vez que me preguntaba... hasta que me quedaba dormida.
Al Coco y al Monstruo que vive bajo mi cama les gusta mucho ese cuento. Lo repiten una y otra vez...hasta que me quedo dormida.