jueves, 27 de octubre de 2011

En la oscuridad

Desperté de repente asustado y desorientado, tengo el cuerpo adolorido y me siento muy cansado. Me falta el aire, intento mantenerme tranquilo pero no puedo, quiero saber dónde estoy, necesito saber dónde estoy.
No puedo moverme. Abro los ojos pero está tan oscuro que parece que los tengo cerrados. No hay ruido, lo único que escucho son los latidos de mi corazón.
La ansiedad me invade y no puedo concentrarme. Es un sueño, tiene que serlo, pero no, mis ojos están abiertos, sé que no estoy dormido, creo que no estoy dormido, o a lo mejor sí lo estoy, a lo mejor todo esto no es más que una horrible pesadilla de la que pronto despertaré, estoy seguro, y me reiré por haberme alterado tanto.
—¡Despierta! —grito— ¡reacciona de una vez!
No funciona, no sé qué hacer, tengo miedo, mucho miedo.
De repente me invade una angustia terrible, creo saber qué es lo que me pasa. ¿Será cierto?, ¿será posible? No lo creo, es completamente absurdo, me río a carcajadas, no puedo aceptarlo, no debo aceptarlo.
—¡Ayuda!, ¡por favor, que alguien me ayude!, si estoy dormido despiértenme, lo ruego, que alguien me despierte, por lo que más quieran, díganme que esto es sólo un sueño. 
Nada, nadie me escucha, estoy cansado de gritar, estoy solo. No sé qué hacer, tengo que reaccionar. Tal vez deba esperar, alguien tiene que darse cuenta. No, no puedo, necesito aire, necesito salir, no puedo respirar, no puedo seguir aquí. Por favor, ¡que me dejen salir! ¿Por qué no se dan cuenta?, ¿que no me han oído?, ¿que no pueden ver que me enterraron vivo?

domingo, 2 de octubre de 2011