lunes, 21 de mayo de 2012

Entre las sombras

Abajo. Mira.
Una mano. Peluda y grande.
Se asoma. Encuentra unos ojos. Poco amenazadores. Tiernos.
La observan con curiosidad.
Se levanta. Está sola. Se agacha de nuevo. Observa.

Alumbra con una lámpara y lo que sea que la vigila se esconde entre las sombras. Retrocede. Se queja.
Apaga la lámpara. Espera. Vuelve la mano. No se asusta.
El ser se queda quieto. La niña se acerca. Sonríe.
El monstruo la imita y enseña los dientes. Blancos. Grandes. Filosos. Inofensivos.
La niña ríe. El monstruo gruñe amablemente. Tiene algo en la mano. Un libro. Se lo enseña a la niña. Lo toma. Leen. Cuentan cuentos. Los favoritos del monstruo.
Y de ella.
Platican por horas. La niña le dice que le teme a la obscuridad. El monstruo le dice que le teme a la luz.

Ha estado con ella desde pequeña. La ha cuidado. Protegido. Ayudado.
Una noche, los ojos del monstruo cambiaron de color. Cambiaron de amarillo a rojo. De miel a sangre.
La noche en que la pequeña perdió a sus padres.
La noche en que los asesinaron.
La niña no recuerda lo que pasó. Él lo agradece.
Ella cree que lo conoce. Sabe que lo conoce. Pero no se lo dice. Miente.
Él cree que lo recuerda. Sabe que lo recuerda. Pero no se lo dice. Espera.

Continúan leyendo por horas. Como si no pasara el tiempo. Como si no importara.
Sin luz ni obscuridad. Sólo sombras. Siempre sombras.
Cuando amanece, la niña duerme tranquilamente. Duerme en su cama. Con un libro bajo las almohadas.
Se siente segura. Por eso descansa.

Despierta. Está sola.
Busca al monstruo pero no lo encuentra. Es de día. La luz. Recuerda.
Decide esperar a que llegue la noche. Busca algo de comer en la alacena. Sólo encuentra galletas. Rancias. Molidas. Pero es todo lo que tiene. Es comida.
Galletas molidas y agua.
Desayuna. Come. Aguarda. Falta poco para que llegue la noche. Para que él regrese.
Para contar historias. Cuentos. Magia. Compañía.

Llega la noche y el monstruo no regresa. La niña asustada lo busca. Lo extraña.
Se duerme en el piso, junto a su cama, con un libro en la mano y, a su lado, una lámpara.
Escucha ruidos. Despierta. Dos sombras acechan su casa.
Se levanta y corre hacia la puerta. La atranca. Llora. Tiene miedo. Ruega.
Le pide al monstruo que regrese. Que la ayude. Que la proteja.
Entre las sombras aparece una mano. Grande. Peluda. Un gruñido que la hace sentir segura. La reconforta.
La madera cruje. El monstruo camina. Gritos. Sangre. Ruido. Mucho ruido. Después… nada.

Leen una nueva historia. Un cuento sobre un monstruo y una niña. Una niña que no tiene familia. Pero tiene a alguien que la cuida. Es un monstruo. Su monstruo. El monstruo que vive bajo su cama.

viernes, 4 de mayo de 2012