lunes, 30 de marzo de 2015

Noticias

Abrir el periódico y encontrarte con ese tipo de noticias no es de extrañar. Estamos acostumbrados a verlas todos los días.

"Muere hombre sexagenario y su familia lo acompaña."

Decir que su familia lo acompaña es una forma sensible de decir que todos murieron junto con él. Sí, vivimos en un mundo tan cruel que si muere alguien de tu familia, tú mueres con esa persona. A menos que decidas romper lazos con ellos. Romperlos. Literalmente. 

Todos estamos unidos a las personas que amamos por medio de una serie de lazos ubicados en la parte superior de la espalda y que son imperceptibles para el ojo humano. Estos lazos se hacen más fuertes conforme el cariño y la cercanía se vuelven, por así decirlo, más intensos, como el amor de una madre por su hijo, por ejemplo.

Así que en estos tiempos debemos estar dispuestos a aceptar el sacrificio que implica el amar a alguien. La muerte. Si esa persona a la que eres muy cercano o que amas muere, tú morirás con ella. Esos lazos que los unen serán su perdición. Amar es morir. Literalmente.

Cuando pequeño, solía decirle a mi madre que veía unos extraños hilos rojos saliendo de las espaldas de las personas, una cadena gruesa que les colgaba como un tentáculo de un extraño calamar gigante. Pero como todo adulto que se asusta al escuchar a sus hijos decir cosas poco "normales", me dijo que dejara de inventar, que eso no era posible. 

Debo aceptar que siempre fui un niño extraño. Aislado. En algún momento mis abuelos llegaron a pensar que estaba enfermo, por lo que obligaron a mi madre a llevarme a una institución para enfermos mentales con la esperanza de que pudieran resolver mi problema. No sabían o no querían creer que lo que yo veía era real, así que pensaban que estaba loco. Un niño de 6 años poco sociable que dice que ve tentáculos en la espalda de las personas no era considerado normal. 

Nunca le he dicho a nadie que puedo ver los tentáculos. Siento que si se lo digo a alguien no podré vivir en paz. Vivimos en un mundo enfermo en el que siempre debe haber una respuesta para todo. Tenemos que saber el por qué de todas las cosas. Yo soy de la idea de que mientras menos sepamos, mejor. No porque acepte la ignorancia, al contrario, pero durante toda mi vida he visto tantas cosas que en ocasiones desearía ser común. No saber nada, ser un simple mortal que camina por ahí sin saber que trae un misterioso tentáculo invisible saliendo de su espalda.

Aunque, curiosamente, yo no tengo uno.

No sé si tenga que ver con el hecho de ser capaz de verlos o de que uno no puede ver su propio lazo. No conozco a nadie que pueda ver lo que yo, así que no tengo idea si esto le pasa a alguien más. Tampoco quiero indagar mucho porque no me gustaría ser secuestrado por algún grupo extremista que cree que puede utilizarme para encontrar una cura. O por uno de esos grupos que no desean que la gente sepa lo que sucede y se "deshace" de la gente que sí sabe lo que pasa. Mientras es una cosa u otra, prefiero guardarme el secreto. No decirle a nadie lo que soy capaz de ver. Al menos no por ahora. 


Este es un mundo donde el amor provoca la muerte. Donde amar a alguien es sacrificar todo. Algunos están dispuestos a correr el riesgo. Yo no. Prefiero estar solo. Nunca he sido alguien muy familiar o muy sociable. Mis padres renunciaron a mí cuando me dejaron en esa institución para enfermos mentales, así que yo renuncié a ellos. Fue lo mejor que pude haber hecho, porque si no, hubiera muerto el año pasado.





1. Los lazos son de color rojo y su intensidad varía dependiendo de la unión que se tenga con cada persona.





La noticia del día. Ésta me produjo un poco de tristeza. Aunque puedo entender por qué lo hizo.

"Mujer abandona a su hijo enfermo por temor a morir con él."

Dicen que el amor de una madre es más fuerte que cualquiera. Pero bajo estas circunstancias, ¿estaría una madre dispuesta a morir cuando mueren sus hijos?, ¿aún cuando apenas han nacido? Considero que el miedo es más poderoso que el amor. Siempre lo ha sido. Sólo que ahora es más notorio porque todos tenemos miedo a morir. Lo tenemos ahora porque el fin de nuestra existencia no estaba ligado a la muerte de otros. No de esta manera.
La muerte nunca ha estado bajo nuestro control. Ni siquiera con tantos avances en la medicina y en la ciencia hemos evitado que el cuerpo decaiga, se desgaste y muera. Al contrario, siempre encontramos maneras de morir más rápido. Nuestro temor es hacerlo estando ligados a otros. No deseamos esa muerte porque incoscientemente creemos tener en nuestras manos la decisión de poner fin a nuestra existencia. Lo que no podemos aceptar es morir porque otro muere. Morir cuando no era tu tiempo. Morir por amor.

Nunca he sido de esas personas que depende de alguien o que busca la compañía para no sentirse solo, tal vez por eso no temo morir. De pequeño solía desearlo a diario. Deseaba morir para escapar del infierno en el que me encontraba. Ahora sólo la espero tranquilo mientras leo el periódico. Todas esas noticias sobre la gente que fallece para acompañar a sus seres queridos. 

Este mundo es tan contradictorio. La gente decide amar cuando eso te puede provocar la muerte. Es extraño cómo evoluciona el ser humano. El odio solía regir. El amor se daba por sentado, era algo gratuito y fácil de desechar. Ahora amar tiene un precio muy alto y algunas personas están dispuestas a pagarlo. 
Me parece gracioso. Para mí es un sentimiento barato y sin sentido, producto de nuestra imaginación, algo invisible, inservible. O tal vez sólo soy un hombre amargado. Pero la vida me ha hecho así, o mejor dicho, mi familia. No, no es resentimiento, simplemente es la verdad. 


Durante años he tratado de entender los lazos. Esos tentáculos que nos atan y nos alejan de nosotros mismos. No sé si exista una cura, como esa que buscan los secuestradores radicales. Lo que sí sé es que no son eternos. Yo soy prueba viviente de ello. A menos que mi teoría resulte cierta y yo no tenga tentáculos. Tal vez mi condición nunca me permitió formarlos, o puede ser que ese desapego que tuve hacia mi familia los haya hecho desaparecer. 





2. Los lazos pueden permanecer unidos por tiempo indefinido, es decir, que mientras estés cerca de la persona que amas, sus lazos parecerán uno.





Hace dos días que no leo el periódico y al parecer me he perdido de muchas noticias. Unas más tristes que otras. Algunas demasiado predecibles para tomarlas en cuenta.

"Joven de 17 años se suicida porque su novia amenaza con dejarlo."

Lo extraño es la muerte de la joven. Ha sido un caso extraño. La pareja estaba discutiendo en un puente y el muchacho se lanzó de repente hacia el tráfico. Ahora viene lo curioso. La joven, que observaba atónita, de pronto cayó al vacío como si hubiera estado amarrada al muchacho que saltó. Cabe mencionar que las muertes no necesariamente son iguales a las de la persona que fallece. Ni que fallecen al mismo tiempo. Las muertes pueden registrarse con horas de diferencia, minutos, segundos incluso. Ha habido casos en lo que han pasado días entre cada muerte. Lo que sí es seguro es que nadie puede escapar de ella. Tarde o temprano mueres. Te vas con la persona que amas.
Distintas maneras, una misma causa. Pareciera que el destino siempre se dispone a hacernos una mala jugada. Como puede ser que muramos mientras dormimos, puede ser que nuestra muerte sea extremadamente traumática. Todo depende de lo que te toque en la lotería de la vida, ¿o debería decir de la muerte?

Tal vez resulte difícil imaginar cómo la gente puede seguir viviendo bajo estas circunstancias. Ni yo soy capaz de explicarlo. Pero, como dicen por ahí, la vida sigue, lo queramos o no. Considero que es cuestión de acostumbrarse. Aprender a vivir a sabiendas de que en cualquier momento puedes morir o ser la causa de la muerte de alguien.





3. La unión de los lazos se vuelve invisible cuando se está lejos del ser querido, pero eso no significa que se rompa. 





La noticia de hoy fue, por no encontrar otra palabra, impactante. 

"Avión se desploma por falla en motor. Mueren 283 pasajeros."

Lo impactante de esta noticia no es que se desplomara el avión, sino la cantidad de gente que murió a causa de ello. Las muertes conocidas fueron 2791. Eso sin contar amigos y familiares lejanos o que se encontraban en otras ciudades.

Es dificil llevar un conteo sobre las muertes, especialmente cuando suceden a distancia. Cada ciudad lleva su registro, pero en ocasiones resulta muy complicado averiguar si fue por causa propia o ajena. No me gustaría estar en los zapatos de la persona a cargo de esas investigaciones. A veces siento que los noticieros no dan las notas completas para no generar pánico. 

En estos tiempos, además de temer a la muerte, tenemos miedo de formar lazos fuertes, lazos que nos lleven a morir. Aunque todavía existe gente que cree que el amor es la respuesta de todo, y que en algún momento nos curará de esta extraña enfermedad que esta acabando con la humanidad. 
Me resulta hipócrita esa manera de pensar. El que piensen que el amor lo puede todo. No es así, y la prueba es que cada vez hay más gente sola que no desea crear lazos, así como yo.

Sólo queda esperar que la humanidad desaparezca. A lo mejor ese es nuestro castigo. Estamos destinados a extinguirnos. Poco a poco más gente irá muriendo. Quedaremos aquellos que perdimos nuestro lazo en el camino, o que fue desapareciendo a lo largo de nuestra vida. Aquellos que tuvieron tanto miedo a morir con alguien que decidieron hacerlo solos. "Me alejo de ti para no morir contigo". Creo que podría ser un buen slogan para uno de esos grupos extremistas.

Nos venden la idea de que debemos ser felices mientras podamos. Que debemos aprovechar el tiempo que tenemos con nuestros seres queridos porque no sabemos si mañana seguiremos juntos. ¿Y qué pasaría si mi felicidad la provoca el hecho de que moriré por causas propias y no ajenas? ¿Que prefiero morir solo, bajo mis propios términos, que por culpa de alguien más? Ha de ser frustrante ser un niño feliz con toda una vida por delante que muere porque su abuelo fallece de causas naturales debido a su avanzada edad. No, la muerte no perdona edades. Si estás unido a alguien, morirás con esa persona, lo quieras o no. A menos que decidas romper los lazos que los unen. 

¿Quién sabe? Puede ser esa la cura que tanto buscan. Al menos lo fue para mí.





4. Los lazos pueden generar varios tentáculos. 




Suicidio colectivo. Eso es lo que dicen hoy los periódicos.

"Familia de 52 integrantes se suicida en última cena."

Si te encuentras en una reunión familiar y estás unido sentimentalmente a varias de las personas que te rodean, tu lazo se divide y se une a los de ellas. Por eso no lo considero suicido colectivo. Con que uno de los integrantes se mate, morirán todos. Y creo que eso fue lo que sucedió.

Hay personas que no están dispuestas a vivir con la incertidumbre de quién causará su muerte y cuándo llegará. Últimamente se han publicado muchas noticias sobre "suicidios colectivos". Imagino que se volverán una moda. Ahora mucha gente querrá morir bajo sus propios términos en lugar de vivir con la incertidumbre. En lo que a mí respecta, prefiero la incertidumbre. El no saber cuándo moriré ni por causa de quién. Ir caminando por la calle y de repente caer muerto. Estar en la oficina en una junta, que mi cabeza golpee la mesa estruendosamente y que todo se interrumpa porque, bueno, estoy muerto.

No queremos aceptar que el mundo se fue a la mierda desde hace mucho tiempo. Sólo nos damos cuenta de la muerte cuando es ajena. No nos ponemos a pensar en que algún día nos sucederá a nosotros, que algún día seremos nosotros los que despertemos ese sentimiento, esa sensación de que la muerte está cerca. 

No quiero vivir para siempre. Sólo deseo vivir. Pero habitar este mundo enfermo de muerte y ser de los pocos a los que esos malditos tentáculos no hieren, me hace ser diferente. Y yo no deseo ser diferente, no quiero ser recordado como el hombre que logró sobrevivir a la gran epidemia porque prefirió quedarse solo.
Es un mundo enfermo. Y debemos aceptarlo y aprender a vivir con ello. 




5. Si deseas sobrevivir, no debes amar a nadie.




Hoy los periódicos suenan más como una revista amarillista. Aunque, ahora que lo pienso, siempre lo han sido.

"Mujer embarazada se desploma en tienda departamental."

Títulos que despiertan curiosidad, por no decir morbo. Lo que no dice el título es que la mujer cayó muerta, se desplomó en una tienda de ropa para niños. Compraba ropa para su bebé sin saber que él, o ella, sería la causa de su muerte. El feto falleció y, por ende, la mujer. 
El artículo no menciona las causas de la muerte del feto. Uno esperaría que lo anunciaran, a fin de cuentas, eso es lo que vende. Me gustaría saber cuánta gente murió con ella. 

"El amor es un acto de valientes", leí por ahí. Me causa gracia lo frágiles que somos.  Si seguimos así, seremos pocos los sobrevivientes de esta epidemia.
Ahora pocos lloran por los que se van. Lo aceptan y siguen su camino. Vemos los cuerpos caer en las calles y no hacemos nada. Sólo observar. Nos hemos convertido en espectadores del circo de la muerte. La grabamos, le tomamos fotografías y seguimos sin voltear atrás. Leemos las noticias sólo para luego especular cuántas muertes más habrán provocado.
Los enfermos somos nosotros. Estamos enfermos de muerte.





6. Los lazos deben romperse.



Si deseamos tener futuro como humanidad, debemos romper todos los lazos. Evitar que esos tentáculos nos unan y nos provoquen la muerte. Si queremos sobrevivir no podemos amar. Es necesario dejar de sentir. 
Cada vez habrá menos familias y más gente sola. Los sobrevivientes envejeceremos para eventualmente morir, dejando este mundo vacío. Este mundo frío y enfermo en el que para amar debes morir. Morir de amor ya no es sólo una frase, ahora es una realidad. Tal vez nosotros seamos la enfermedad y la muerte sea la cura. 

A lo mejor cuando llegue a viejo me daré cuenta de que viví incompleto, que quizá hubiera sido mejor morir por amor. Unirme a alguien para no enfrentar a la muerte solo.