domingo, 5 de agosto de 2012

En el agua

Nadaba tranquilo. El mar estaba quieto y apacible. Mientras me movía admiraba los peces nadando debajo de mí. Cómo envidiaba sus colores y sus formas. Eran hermosos. Pero estaba aburrido. Y solo. Muy solo. Buscando compañía decidí acercarme a la playa. Nadé lentamente. Me acerqué poco a poco con la esperanza de encontrar a alguien con quien platicar. Pero de pronto todos empezaron a huir. El mar se movía como si una tormenta agitara las aguas. Temor y gritos de pánico inundaron el lugar. Asustado empecé a nadar más rápido. Quería acercarme y preguntar qué era lo que estaba pasando. Pero todos huían. Se alejaban. Salían del agua. Y me dejaban ahí. Flotando. Sin saber qué hacer. Entonces la encontré. Estaba tan cerca que casi podía tocarla. Pero al verme empezó a gritar y a nadar desesperadamente. Yo intentaba decirle que esperara. Que mi intención no era dañarla. Pero me dejó ahí. Escuchando que gritaban. Gritaban aterrorizados y me señalaban. Me señalaban y decían: “¡Cuidado! ¡Salgan del agua! ¡Salgan del agua!”.

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