domingo, 22 de mayo de 2011

Rojo

Sentada frente al espejo se limpiaba la cara con un pañuelo. Quería deshacerse del color rojo de sus labios, pero también del de sus manos. La sangre le había manchado el vestido. Deseaba cambiarse y quemarlo, junto con todos los malos recuerdos que tenía de esa noche. Y de las anteriores.
Lloraba a ratos, regañándose a sí misma por no haberlo evitado. No debía sentir lástima por él, no tenía por qué. Lo único que hizo en su vida fue dañarla. Estuvo demasiados años a su lado. Soportó tanto que ahora que ya no estaba, a pesar de que la había torturado, empezaba a extrañarlo.
Lo veía con sólo cerrar los ojos. En su cabeza se repetía constantemente, escena por escena, lo que sucedió. El golpe, la caída, la sangre, el ansia, el corazón que paraba. Una y otra vez. Pero lo que más recordaba era el rojo que salía del cuello. El rojo que tanto había querido probar. El rojo que deseaba y que la llevó a matar.

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